Messina ocupa la punta nordeste del triángulo que forma Sicilia, y le da nombre al Estrecho que la separa de Calabria, donde los mares Egeo y Tirreno se separan con un canal de tres kilómetros.
Frente al Puerto, hay una curiosa iglesia gótico bizantina, con reminiscencias musulmanas, llamada de San Giuliano, con 17 cúpulas semiesféricas pintadas de rosa. Edificada en 1332, la destruyó un terremoto en 1783, y la reconstruyeron 100 metros más al norte de donde está ahora. Otro terremoto la volvió a derribar en 1908 y, como los del barrio son muy devotos de este santo burgalés, la volvieron a edificar. Impresionante.
Ésta es Escila una hermosa y terrible monstrua marina, que antes fue ninfa, hija de Forcis y Hécate. Tenía torso de mujer, cola de pez, y seis perros que partían de su cintura Es una de las dos guardianas del Estrecho. Junto a su prima Caribdis, forma parte de la estatua de Neptuno, entre el puerto y el palacio del gobierno. La hizo en 1557 Giovannangelo Montorsoli, un tipo del que hablaremos más porque dejó otras obras en Messina.
Giovanni Angelo Montorsoli es también el autor de este musculado sireno. Representa, junto a tres tritones similares, todos tan musculados y barbados como éste -a alguno no lo han capado- a los ríos Nilo, Tíber, Ebro y Camaro. El último es un arroyo local que alimenta a esta fontana de Orión, situada junto al Campanile y el Duomo de Messina. Montorsoli la ejecutó entre 1547 y 1551. De Orión se dice que fue el mítico fundador de la ciudad.
Dentro de la catedral me llamó la atención este fresco de la Virgen. En Messina, además de monstruos y restos paganos, hay muchas madonnas.
Esta ninfa, quimera o monstrua de empresionante pecho, sustenta en el interior de la catedral una de las esquinas del altar de otra madonna.
Y ésta es Caribdis la ninfa marina que inundó la tierra y a la que Zeus transformó en monstrua. Tragaba enormes cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas, y adoptaba forma de remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance. La otra guardiana del estrecho de Messina.
Y este muchacho, no menos hermoso que nuestras queridas monstruas, es san Juan, el evangelista. Nativo de Galilea y hermano de Santiago el Mayor, era hijo de Zebedeo, y pescador de oficio, como otros apóstoles. Se le considera el más joven del grupo de «los Doce». Probablemente vivía en Cafarnaún, como Pedro. Su estatua, en el interior del Duomo de Messina, parece que es también obra de Montorsoli.
Como otras catedrales italianas, sus arquitectos juegan con las piedras de diversos colores para intercalarlas en la fachada y producir este hermoso efecto pictórico. Se dice que el juego de mármoles de colores de la de Messina también es de Montorsoli.
Sicilia fue una isla griega que, antes de la dominación romana, la colonizaron los árabes y de la que los normandos hicieron su reino con ayuda de un antipapa. La arquitectura tiene reminiscencias normandas y sarracenas.
En esta foto, desde uno de los barrios altos de Messina, vemos el estrecho. El cabo Peloro, el de la orilla siciliana, a la izquierda, y la punta calabresa donde se sitúa Villa san Giovanni, el puerto que une con un tráfico continuo de ferrys la península italiana con Messina.
Otro detalle colorido de la catedral, el artesonado y las vigas. El origen del templo es normando, de la época de Ruggero I de Sicilia, y se consagró en 1197. La estructura original ha variado a lo largo de los siglos. Ha sufrido terremotos e incendios, y fue reconstruida varias veces. La primera destrucción data de 1254, por un incendio durante los funerales de Corrado IV. La fachada es de Montorsoli, , el de las fontanas de Orión y Neptuno, discípulo y colaborador de Miguel Ángel Buonarotti. Después de los terremotos de 1738 y 1908, se reconstruye dos veces más y en ambas se modifica la estructura. La reconstrucción de los años 20 le devolvió su línea original. Pero en la noche del 13 de junio de 1943, trece años después de reinaugurada, un bombardeo la incendió de nuevo.
Es chiquita la catedral, o pequeño el duomo. En esta foto, desde las colinas, se aprecia su menudencia en relación con los cruceros aparcados en el puerto.
Messina tiene casi 250 mil habitantes. Su nombre original es Zancle, que en sículo significa hoz, por la forma de su puerto natural.
En 1943 fue bombardeada intensamente por los norteamericanos, para entrar desde su puerto a la reconquista de Italia.
La Madonna, onipresente en toda la ciudad, saluda a los barcos al llegar al puerto.
El puerto, abrazado por una península, es casi un lago desde muchas perspectivas. Aquí vemos la humildad de la catedral frente a los gigantescos cruceros. Los griegos la llamaron Messana, y según Tucídides, la ciudad se fundó en el siglo VIII a. C. por piratas de la colonia calcídica de Cumas, sobre un establecimiento sículo. Estrabón dice que se fundó como colonia de Naxos de Sicilia.
La ciudad se levanta desde el puerto hacia los montes que lo circundan. Cuando a Zancles la gobernaba el rey Escitas, fue atacada por los milesios y los guerreros de Samos, con ayuda del tirano de Regio, Anaxilo. Lo cuenta Herodoto, que dice que la antigua Messina pidió ayuda a Hipócrates de Gela, quien los traicionó, aliándose con los atacantes.
Ferrys grandes y otros rápidos cruzan el estrecho las 24 horas para unir Messina con la península itálica. El nombre actual data del siglo V a. C., cuando recibió una inmigración de mesenios del Peloponeso, y Anaxilas de Regio la nombró Messene, por su parecido con la tierra griega. Anaxilas murió en el 476 a. C. y entregó el gobierno de Messana a su hijo Leofrón.
Tras ser gobernada por tres hijos de Anaxilas, unida a Regio, la ciudad expulsó a su tirano, se hizo independiente en el 461 a. C., y vivió unas décadas de prosperidad. En el 426 a. C. llegó una flota ateniense que sometió a Regio, Milas y Messana. Pero un año después, la ciudad se alió con Siracusa y Locri. Entonces atacó a Naxos y la venció. Aunque a su vuelta, el ejército fue derrotado por los sículos y los leontinos, que no tuvieron éxito en el asedio de Messana.
En el 424 a. C. se firmó una paz general. Luego vino la dominación de Locrias Epizefira hasta el 415, cuando regresó la flota ateniense. En esa ocasión, la ciudad se mantuvo neutral frente a Atenas y Siracusa. En el 396 a. C. fue saqueada por los cartagineses.
Este barco se acercó demasiado a Escila, seducido por los cantos de sirenas. A los cartagineses los venció Dionisio I de Siracusa y reconquistó Messana. En el año 288 a. C. llegó una nueva invasión, ésta de mamertinos, que matan a todos los hombres y toman a las mujeres como esposas. Desde allí devastaron el campo siciliano y se enfrentaron al imperio de Siracusa.
Este reloj de sol, en el campanile de la catedral, señala la fecha de 31 de mayo de 2011, mi 53 cumpleaños, justo cuando lo fotografío. Cuentan las crónicas que los mamertinos se enfrentaron a Cártago y a Hierón II de Siracusa, y perdieron la batalla, pero no la ciudad. Entonces piden ayuda a Roma. En el 264 a. C. las tropas romanas entran en Sicilia en su primera acción fuera de la península Itálica.
Aliada a Roma, Messina fue una ciudad libre. Sirvió de base a Sexto Pompeyo durante su guerra con Augusto. Luego fue conquistada por los godos y cayó en manos del imperio bizantino en el año 535.
Los árabes la hicieron suya en el año 842, y la conquistan los los hermanos normandos Roberto y Rogelio Guiscardo en el 1061. El último rey normando sería Rogelio I de Sicilia. En 1189, Ricardo I de Inglaterra, que iba hacia Tierra Santa, se detuvo en Messina y ocupó un tiempo la ciudad por una disputa sobre la dote de su hermana, que se había casado con Guillermo II de Sicilia.
El faro que vemos en la peninsulilla del puerto también es obra de Montorsoli, el de las fontanas. Cuando lo hizo, en 1548, San Ignacio de Loyola fundó aquí el primer colegio jesuita del mundo, que dio origen a la universidad de Messina. Poco después, en 1571, desde este puerto salieron los barcos que ganaron la batalla de Lepanto, con el bastardo de Felipe II al mando, don Juan de Austria, que tiene una estatua en la ciudad. En el gran hospital de Messina se recuperó de sus heridas de esa batalla don Miguel de Cervantes.
A primeros del siglo XVII, Messina es española y una de las diez ciudades más grandes de Europa. En 1674, se sacudió el dominio hispano con la ayuda de Luis XII de Francia, pero vuelve cuatro años después, con la paz de Nimega de 1678. Los españoles la saquearon para castigar su rebelión. Y abolieron su universidad, el senado y los privilegios autonómicos.
Se rebeló contra los Borbones en 1848, pero fue reprimida de nuevo. En 1860, tras la batalla de Milazzo, fue liberada por Garibaldi. La imagen muestra la torre del Campanile, en la catedral, uno de los relojes mecánicos y astronómicos más grandes del mundo. Es la principal atracción de la ciudad, cuando cada mediodía, después de las campanadas, se mueven las figuras de los distintos escenarios de la torre.
Aquí vemos la fontana de Orión, frente a la catedral y su famosa Campanile. Este héroe mitológico era un cazador con el don de andar sobre las aguas. Se le mencional como el más hermoso de los mortales, fue cegado y recuperó la vista, y murió por la picadura de un escorpión. Zeus concedió a las diosas su petición de ponerlo entre las constelaciones del cielo y añadió también la del escorpión. El matemático renacentista Francesco Maurolico localizó los restos de un templo de Orión cerca de la catedral y diseñó la fontana en su honor, que construiría el escultor Montorsoli. Orión simboliza ahí a Carlos V, tras su victoria de 1535 en Túnez. Los ocho monstruos de piedra negra que custodian a los cuatro ríos, son inquietantes.
Messina, por su orografía, es un inmeso mirador de las tierras calabresas. El edificio recuerda la fachada acristalada de los cruceros.
Desde el interior del campanile, la vista, más allá del crucero, se topa con el promontorio de Peloris o Punta del Faro, que forma el puerto natural de Messina. Diodoro Sículo escribió que esa península la construyó Orión para acercar Sicilia a Italia.
La última imagen es de nuevo del Duomo, del arco que forma la catedral con la torre del Campanile. La señora del Estrecho, Messina, es una ciudad pulcra, verde y sencilla, a la que no le ha dado tiempo a recuperar su patrimonio, tantas veces destruido. Lo de 1908 fue tremendo. UN terremoto y un tsunami en el que se dice que murieron 80 mil personas, la mitad de sus habitantes.
Frente al Puerto, hay una curiosa iglesia gótico bizantina, con reminiscencias musulmanas, llamada de San Giuliano, con 17 cúpulas semiesféricas pintadas de rosa. Edificada en 1332, la destruyó un terremoto en 1783, y la reconstruyeron 100 metros más al norte de donde está ahora. Otro terremoto la volvió a derribar en 1908 y, como los del barrio son muy devotos de este santo burgalés, la volvieron a edificar. Impresionante.
Ésta es Escila una hermosa y terrible monstrua marina, que antes fue ninfa, hija de Forcis y Hécate. Tenía torso de mujer, cola de pez, y seis perros que partían de su cintura Es una de las dos guardianas del Estrecho. Junto a su prima Caribdis, forma parte de la estatua de Neptuno, entre el puerto y el palacio del gobierno. La hizo en 1557 Giovannangelo Montorsoli, un tipo del que hablaremos más porque dejó otras obras en Messina.
Giovanni Angelo Montorsoli es también el autor de este musculado sireno. Representa, junto a tres tritones similares, todos tan musculados y barbados como éste -a alguno no lo han capado- a los ríos Nilo, Tíber, Ebro y Camaro. El último es un arroyo local que alimenta a esta fontana de Orión, situada junto al Campanile y el Duomo de Messina. Montorsoli la ejecutó entre 1547 y 1551. De Orión se dice que fue el mítico fundador de la ciudad.
Dentro de la catedral me llamó la atención este fresco de la Virgen. En Messina, además de monstruos y restos paganos, hay muchas madonnas.
Esta ninfa, quimera o monstrua de empresionante pecho, sustenta en el interior de la catedral una de las esquinas del altar de otra madonna.
Y ésta es Caribdis la ninfa marina que inundó la tierra y a la que Zeus transformó en monstrua. Tragaba enormes cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas, y adoptaba forma de remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance. La otra guardiana del estrecho de Messina.
Y este muchacho, no menos hermoso que nuestras queridas monstruas, es san Juan, el evangelista. Nativo de Galilea y hermano de Santiago el Mayor, era hijo de Zebedeo, y pescador de oficio, como otros apóstoles. Se le considera el más joven del grupo de «los Doce». Probablemente vivía en Cafarnaún, como Pedro. Su estatua, en el interior del Duomo de Messina, parece que es también obra de Montorsoli.
Como otras catedrales italianas, sus arquitectos juegan con las piedras de diversos colores para intercalarlas en la fachada y producir este hermoso efecto pictórico. Se dice que el juego de mármoles de colores de la de Messina también es de Montorsoli.
Sicilia fue una isla griega que, antes de la dominación romana, la colonizaron los árabes y de la que los normandos hicieron su reino con ayuda de un antipapa. La arquitectura tiene reminiscencias normandas y sarracenas.
En esta foto, desde uno de los barrios altos de Messina, vemos el estrecho. El cabo Peloro, el de la orilla siciliana, a la izquierda, y la punta calabresa donde se sitúa Villa san Giovanni, el puerto que une con un tráfico continuo de ferrys la península italiana con Messina.
Otro detalle colorido de la catedral, el artesonado y las vigas. El origen del templo es normando, de la época de Ruggero I de Sicilia, y se consagró en 1197. La estructura original ha variado a lo largo de los siglos. Ha sufrido terremotos e incendios, y fue reconstruida varias veces. La primera destrucción data de 1254, por un incendio durante los funerales de Corrado IV. La fachada es de Montorsoli, , el de las fontanas de Orión y Neptuno, discípulo y colaborador de Miguel Ángel Buonarotti. Después de los terremotos de 1738 y 1908, se reconstruye dos veces más y en ambas se modifica la estructura. La reconstrucción de los años 20 le devolvió su línea original. Pero en la noche del 13 de junio de 1943, trece años después de reinaugurada, un bombardeo la incendió de nuevo.
Es chiquita la catedral, o pequeño el duomo. En esta foto, desde las colinas, se aprecia su menudencia en relación con los cruceros aparcados en el puerto.
Messina tiene casi 250 mil habitantes. Su nombre original es Zancle, que en sículo significa hoz, por la forma de su puerto natural.
En 1943 fue bombardeada intensamente por los norteamericanos, para entrar desde su puerto a la reconquista de Italia.
La Madonna, onipresente en toda la ciudad, saluda a los barcos al llegar al puerto.
El puerto, abrazado por una península, es casi un lago desde muchas perspectivas. Aquí vemos la humildad de la catedral frente a los gigantescos cruceros. Los griegos la llamaron Messana, y según Tucídides, la ciudad se fundó en el siglo VIII a. C. por piratas de la colonia calcídica de Cumas, sobre un establecimiento sículo. Estrabón dice que se fundó como colonia de Naxos de Sicilia.
La ciudad se levanta desde el puerto hacia los montes que lo circundan. Cuando a Zancles la gobernaba el rey Escitas, fue atacada por los milesios y los guerreros de Samos, con ayuda del tirano de Regio, Anaxilo. Lo cuenta Herodoto, que dice que la antigua Messina pidió ayuda a Hipócrates de Gela, quien los traicionó, aliándose con los atacantes.
Ferrys grandes y otros rápidos cruzan el estrecho las 24 horas para unir Messina con la península itálica. El nombre actual data del siglo V a. C., cuando recibió una inmigración de mesenios del Peloponeso, y Anaxilas de Regio la nombró Messene, por su parecido con la tierra griega. Anaxilas murió en el 476 a. C. y entregó el gobierno de Messana a su hijo Leofrón.
Tras ser gobernada por tres hijos de Anaxilas, unida a Regio, la ciudad expulsó a su tirano, se hizo independiente en el 461 a. C., y vivió unas décadas de prosperidad. En el 426 a. C. llegó una flota ateniense que sometió a Regio, Milas y Messana. Pero un año después, la ciudad se alió con Siracusa y Locri. Entonces atacó a Naxos y la venció. Aunque a su vuelta, el ejército fue derrotado por los sículos y los leontinos, que no tuvieron éxito en el asedio de Messana.
En el 424 a. C. se firmó una paz general. Luego vino la dominación de Locrias Epizefira hasta el 415, cuando regresó la flota ateniense. En esa ocasión, la ciudad se mantuvo neutral frente a Atenas y Siracusa. En el 396 a. C. fue saqueada por los cartagineses.
Este barco se acercó demasiado a Escila, seducido por los cantos de sirenas. A los cartagineses los venció Dionisio I de Siracusa y reconquistó Messana. En el año 288 a. C. llegó una nueva invasión, ésta de mamertinos, que matan a todos los hombres y toman a las mujeres como esposas. Desde allí devastaron el campo siciliano y se enfrentaron al imperio de Siracusa.
Este reloj de sol, en el campanile de la catedral, señala la fecha de 31 de mayo de 2011, mi 53 cumpleaños, justo cuando lo fotografío. Cuentan las crónicas que los mamertinos se enfrentaron a Cártago y a Hierón II de Siracusa, y perdieron la batalla, pero no la ciudad. Entonces piden ayuda a Roma. En el 264 a. C. las tropas romanas entran en Sicilia en su primera acción fuera de la península Itálica.
Aliada a Roma, Messina fue una ciudad libre. Sirvió de base a Sexto Pompeyo durante su guerra con Augusto. Luego fue conquistada por los godos y cayó en manos del imperio bizantino en el año 535.
Los árabes la hicieron suya en el año 842, y la conquistan los los hermanos normandos Roberto y Rogelio Guiscardo en el 1061. El último rey normando sería Rogelio I de Sicilia. En 1189, Ricardo I de Inglaterra, que iba hacia Tierra Santa, se detuvo en Messina y ocupó un tiempo la ciudad por una disputa sobre la dote de su hermana, que se había casado con Guillermo II de Sicilia.
El faro que vemos en la peninsulilla del puerto también es obra de Montorsoli, el de las fontanas. Cuando lo hizo, en 1548, San Ignacio de Loyola fundó aquí el primer colegio jesuita del mundo, que dio origen a la universidad de Messina. Poco después, en 1571, desde este puerto salieron los barcos que ganaron la batalla de Lepanto, con el bastardo de Felipe II al mando, don Juan de Austria, que tiene una estatua en la ciudad. En el gran hospital de Messina se recuperó de sus heridas de esa batalla don Miguel de Cervantes.
A primeros del siglo XVII, Messina es española y una de las diez ciudades más grandes de Europa. En 1674, se sacudió el dominio hispano con la ayuda de Luis XII de Francia, pero vuelve cuatro años después, con la paz de Nimega de 1678. Los españoles la saquearon para castigar su rebelión. Y abolieron su universidad, el senado y los privilegios autonómicos.
Se rebeló contra los Borbones en 1848, pero fue reprimida de nuevo. En 1860, tras la batalla de Milazzo, fue liberada por Garibaldi. La imagen muestra la torre del Campanile, en la catedral, uno de los relojes mecánicos y astronómicos más grandes del mundo. Es la principal atracción de la ciudad, cuando cada mediodía, después de las campanadas, se mueven las figuras de los distintos escenarios de la torre.
Aquí vemos la fontana de Orión, frente a la catedral y su famosa Campanile. Este héroe mitológico era un cazador con el don de andar sobre las aguas. Se le mencional como el más hermoso de los mortales, fue cegado y recuperó la vista, y murió por la picadura de un escorpión. Zeus concedió a las diosas su petición de ponerlo entre las constelaciones del cielo y añadió también la del escorpión. El matemático renacentista Francesco Maurolico localizó los restos de un templo de Orión cerca de la catedral y diseñó la fontana en su honor, que construiría el escultor Montorsoli. Orión simboliza ahí a Carlos V, tras su victoria de 1535 en Túnez. Los ocho monstruos de piedra negra que custodian a los cuatro ríos, son inquietantes.
Messina, por su orografía, es un inmeso mirador de las tierras calabresas. El edificio recuerda la fachada acristalada de los cruceros.
Desde el interior del campanile, la vista, más allá del crucero, se topa con el promontorio de Peloris o Punta del Faro, que forma el puerto natural de Messina. Diodoro Sículo escribió que esa península la construyó Orión para acercar Sicilia a Italia.
La última imagen es de nuevo del Duomo, del arco que forma la catedral con la torre del Campanile. La señora del Estrecho, Messina, es una ciudad pulcra, verde y sencilla, a la que no le ha dado tiempo a recuperar su patrimonio, tantas veces destruido. Lo de 1908 fue tremendo. UN terremoto y un tsunami en el que se dice que murieron 80 mil personas, la mitad de sus habitantes.
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